LAS ESPECIAS Y EL PODER ULTRAMARINO EN EL MUNDO IBÉRICO. Por Verónica López Subirats.

11.11.2016 07:36

                

                El comercio de las especias dio idea de las relaciones de poder dentro del imperio español. En 1580 la incorporación de Portugal y sus extensos dominios supuso el de uno de sus principales mercaderes a nivel mundial. Viejos conocidos de los habitantes de los puertos mediterráneos, los portugueses hicieron pingües negocios en la Corona de Aragón. Las finanzas de Valencia y Cataluña se beneficiaron de los impuestos con los que se gravaron las especias, como las generalidades.

                Dentro de este mundo ibérico fueron entrometiéndose sus competidores holandeses e ingleses. A medida que ganaron fuerza en el Asia Suroriental no solo dejaron de importar grandes cantidades de especias de Portugal, sino también las vendieron en la Corona aragonesa sin que las prohibiciones impidieran su contrabando desde 1620, al menos.

                El quebranto portugués en Asia y la solidez de los holandeses en sus nuevas conquistas de Insulindia condujo a la admisión en julio de 1640 de todas las naciones en el comercio con la India de Portugal, a menos de medio año de la Restauraçäo.

                Tras el reconocimiento oficial de las Provincias Unidas se fueron normalizando las entradas sin cobrar el impuesto del contrabando. En 1659 Antonio Gaudrie pidió llevar de Amsterdam a Valencia unos fardos de especias pagando solo los impuestos convencionales. Los ingleses también se encaramaron al carro del vencedor, lo que demostraba que el empuje de los viejos rivales del imperio español era una realidad.