LAS GALIAS INVADIDAS POR LOS BÁRBAROS (406-7).

09.06.2020 13:16

                San Jerónimo (340-420) fue célebre por su dominio del latín, que le permitió traducir la Biblia a este idioma con gran reconocimento. Consumado escritor, sus cartas trataron distintas cuestiones. Así evocó desde Belén la invasión bárbara iniciada el 31 de diciembre del 406, con un Rin helado que sirvió de puente a los invasores:

                “Recordaré unas pocas de las miserias o calamidades presentes. El que aún quedemos unos pocos, no es merecimiento nuestro, sino obra de Dios. Innúmeras y ferocísimas gentes  han ocupado todas las Galias. Todo lo que hay entre los Alpes y el Pirineo, lo que se encierra entre el Rin y el Océano, lo han devastado  el cuado, el vándalo, sármatas, alanos, gépidos, hérulos, sajones, borgoñones, alemanes y –¡oh luctuosa República!- los enemigos panonios.

                “Maguncia, ciudad antaño famosa, ha sido tomada y destruida, y muchos miles de hombres han sido pasados a cuchillo en la iglesia. Worms ha sido destruida por largo asedio. Las poderosas ciudades de Reims, de Amiens y Arrás, y los morinos, últimos de los hombres, Tournai, Nemetas y Estrasburgo han pasado a ser Germania; las provincias de Aquitania y de los nueve pueblos, la lugdunense y narbonense, fuera de unas pocas ciudades, han quedado asoladas. Y las mismas perdonadas las devasta por fuera la espada, por dentro el hambre.

                “No puedo acordarme sin lágrimas de Tolosa, que ha debido el no haber caído hasta ahora a los merecimientos de su santo obispo Exuperio. Las mismas Hispanias, que están a punto de perecer, se estremecen diariamente al acordarse de la invasión címbrica, y lo que otros han padecido una vez, lo padecen ellas siempre por el temor.

                “¿Qué historias comprenderían con palabra digna que Roma luchaba dentro de su propio seno no por la gloria, sino por la vida? O, por mejor decir, ya no luchaba siquiera, sino compraba la vida a peso de oro y con todo su ajuar.”

                San Jerónimo, Cartas. Edición de Daniel Ruiz Bueno, Madrid, 1962, C. 123, pp. 572-573.