LOS CABALLEROS TEUTÓNICOS NO PREFIGURARON LAS SS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

24.09.2014 15:46

                El nacional-socialismo exaltó hasta la náusea la idea de raza aria, de la que los alemanes eran su más excelsa representación. Durante la Edad Media ampliaron su espacio vital frente a los molestos eslavos, gentes de condición inferior a liquidar. El ataque a la Unión Soviética proseguía la política nacional alemana hacia el lejano Este. En su mitificación la división SS-Panzer-Abteilung recibió el nombre de Hermann von Salza, convertido en un héroe del germanismo racial.

                Las distorsiones históricas nazis son más que evidentes. Ni en la Edad Media se libró una guerra racial ni Von Salza fue un prototipo siniestro de las SS. La vanguardia de la colonización alemana entre el Elba y el Saale la nutrieron gentes de los Países Bajos, y las autoridades de la Europa Oriental tuvieron interés en acoger a labradores y artesanos de las tierras más densamente pobladas del Sacro Imperio entre los siglos XI y XIII. Los recién llegados, muchas veces recelosos cuando no contrarios a la autoridad imperial, no tuvieron empacho en unirse en varias ocasiones con los naturales, que fueron tomando la lengua y las costumbres alemanas, formándose nuevos pueblos.

                El cuarto gran maestre de la orden de los caballeros teutónicos, Hermann von Salza, fue un hombre mucho más cosmopolita que el tipo que imaginaron los seguidores de Hitler. Procedía de una familia de landgraves de Turingia e ingresó en la susodicha orden, fundada con motivo del asedio de San Juan de Acre durante la III Cruzada.

                Consejero del fascinante emperador Federico II, cuyos dominios iban de Sicilia al Báltico y que dominó con soltura varios idiomas como el árabe, Hermann recibió la petición del rey Andrés II de Hungría de trasladar la orden a Burzenland para aplacar a los belicosos cumanos.

                Los húngaros pronto lamentaron su decisión al temer el poder de la orden, que fue expulsada del territorio, encontrando acomodo a sus ambiciones y anhelos más al Norte. La que más tarde sería Prusia se convirtió en su tierra prometida. Allí combatieron denodadamente a los que se opusieron a su autoridad, uniéndose en 1237 con la orden de los hermanos livonios de la espada.

                                                                               

                Von Salza organizó el territorio al estilo de la Sicilia de Federico II, crisol de tradiciones de gobierno bizantinas, islámicas y normandas. Afianzó la preeminencia del gobernante, cuidó de su patrimonio económico y se esforzó en poner en pie un sistema impositivo eficaz. A su muerte en Salerno en 1237 dejaba una orden teutónica vigorosa.

                De todos modos, las ciudades de origen alemán no eran proclives a inclinarse ante los grandes maestres, pues sus guerras perjudicaban su comercio. Obligados por los votos, los caballeros recién llegados a veces se mostraron esquivos y herméticos con la realidad local. En el siglo XIII nada hubo de guerra racial, pero sí mucho de conflicto de intereses entre grupos sociales y políticos, una realidad que todavía caracteriza la política de la Europa Oriental.