LOS CORSARIOS FRANCESES AMENAZAN CANARIAS.

18.05.2019 11:14

                Las islas Canarias fueron de una enorme importancia para las comunicaciones atlánticas del imperio español. Escala obligada hacia las Indias, muy pronto atrajo las apetencias de muchos corsarios y navegantes. Desde comienzos del siglo XVI, cuando todavía era reciente la conquista hispana del archipiélago, merodearon por sus aguas naves de Bretaña con intenciones hostiles.

                De hecho, entre los primeros conquistadores europeos de las Canarias encontramos caballeros de origen francés, como es bien conocido. La hostilidad con España animó nuevas empresas francesas en el archipiélago. En 1552 se inició la cuarta guerra entre el reino de Francia y el imperio de Carlos V. Los súbditos de Enrique II no se limitarían a atacar los dominios europeos del emperador.

                Los informes de las autoridades españolas describen las Canarias como carentes de las defensas adecuadas. Tenerife y La Palma eran las islas más protegidas del archipiélago con diferencia. Los puertos tinerfeños no eran tan accesibles como los de La Palma, cuyos caminos hacia el interior insular resultaban más practicables para un invasor. Tenerife, además, contaba con mayores fortificaciones que su hermana La Palma. Los habitantes de las islas, además, no disponían del armamento suficiente y en 1553 se consignaron unos doscientos arcabuces y unas quinientas picas con destino a La Palma, junto a distintas piezas de artillería.

                Las naves francesas entorpecieron la navegación entre Sevilla y las Canarias, espacio esencial para las comunicaciones españolas, y también comenzaron a acometer puntos canarios. Una flota de siete navíos y un patache atacó en 1553 el puerto de Santa Cruz de la Palma,  logrando desembarcar unos quinientos hombres, que causaron serios daños. El gobernador de Canarias Juan Pacheco refirió en 1558 cómo un patache saqueó en aguas insulares una carabela cargada con trigo propiedad de la Iglesia, como si ya asomara el futuro conflicto religioso con los hugonotes franceses. Al final, dos carabelas españolas le dieron caza. Para defender el archipiélago, se confió en la flota del experto don Álvaro de Bazán el Viejo y en la de Indias.

                Posteriormente, el cardenal Richelieu recomendaría en su famoso Testamento político que Francia debería de presionar en el mar al imperio español para desangrarlo, obligándole a aumentar sus gastos de fortificación y de defensa hasta convertirse en extenuantes. También con ambiciones americanas, lo intentarían los franceses bajo el reinado de Felipe II en Florida, pero no lograron dominar ningún punto de las Canarias por mucho que se hubiera deseado.

                Fuentes.

                ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS.

                Cámara de Castilla, DIV 13, 22 y 32.

              Víctor Manuel Galán Tendero.