LOS ENEMIGOS DE LA COMPASIÓN DECIDEN LA SUERTE DE NÁPOLES (1349). Por Carmen Pastor Sirvent.

13.09.2016 08:40

                

                A comienzos del siglo XIV Italia proseguía tentando las ambiciones de muchos. Los emperadores germanos no habían conseguido dominarla, pero sus más intrépidos súbditos probaron suerte como guerreros de fortuna que vendían sus servicios al mejor postor.

                Las ciudades al Norte de Roma eran ricas e independientes y pagaban buenas remuneraciones a los que combatieran junto a sus milicias. Hombres como Werner de Urslingen supieron aprovecharse de ello. Hacia 1342 dirigía una gran compañía de mercenarios que llegó a aterrorizar a los que antes estaban dispuestos a contratarle. Asoló la Romaña y se declaró enemigo de Dios, la piedad y la compasión.

                Las guerras de Sicilia y de Nápoles también atrajeron a extranjeros. En 1347 Juana I, casada con el hermano menor del rey Luis de Hungría, hizo llamar a contingentes húngaros para sustentar su derecho al trono napolitano.

                Estas fuerzas combatieron con los alemanes ya presentes en Italia. A Urslingen se unieron dos caudillos más, Conrad de Landau y el caballero hospitalario de la Provenza Montreal de Albarno, conocido como Fra Moriale.

                La unión de todas estas fuerzas, cuyo número sobrepasaba los 10.000 hombres y que disponía de caballería pesada, resultó decisiva. En 1349 vencieron a los nobles napolitanos en la batalla de Meleto y convirtieron a Juana en reina. Más tarde, en 1354, Fra Moriale fue ejecutado en Roma. Conrad murió en 1364, pero sus acciones dejaron un ejemplo que sería seguido por varios linajes aristocráticos italianos.