LOS FUNDAMENTOS HELÉNICOS DE LA ROMA DE ORIENTE. Por José Hernández Zúñiga.

18.09.2016 11:34

                

                Los romanos de Oriente lograron sobrevivir mucho más que los de Occidente e incluso tuvieron las ganas de recuperar gran parte del antiguo imperio. La influencia romana fue muy importante al Oeste de Italia, pero al Este la fuerza y la difusión de la lengua y la cultura griega dio pie a una situación muy distinta. Los romanos mostraron un profundo reconocimiento por aquéllas y nunca se propusieron anular la complejidad de un mundo expansionado por el helenismo, que a su vez se encaró con otras culturas tan asentadas como la egipcia.

                Con la disociación de las dos grandes mitades del imperio desde el siglo IV, las peculiaridades de Oriente ganaron peso, pese a que el latín y la administración de cuño romano conservaron un destacado papel, como demuestra con creces la figura del emperador Justiniano, cuyo famoso Código (elaborado entre el 528 y el 534) supuso la culminación del derecho romano.

                Sin embargo, una parte considerable de sus súbditos hablaban el griego como lengua materna y la Iglesia lo utilizaba habitualmente, algo que no podía ignorar un emperador cristiano. Desde el 535 comenzaron a promulgarse en consecuencia novelas o nuevas leyes redactadas en griego. El latín se conservó como lengua de comunicación oficial en algunas regiones como Mesia y como idioma habitual del variopinto ejército imperial. En Constantinopla su administración prosiguió empleándolo, al igual que su universidad en varios estudios.

                El griego tuvo el prestigio de la creación de historiadores como Teofilacto Simocatés, que refirió el reinado del emperador Mauricio con escasa aprobación de Gibbon, el poeta épico Jorge de Pisidia que se complació en cantar la expedición de Heraclio contra los persas o el teólogo Máximo el Confesor, que participó en las controversias cristológicas del siglo VII y escribió la primera biografía de la Virgen María. En las regiones no helenizadas, el griego tuvo fuerza en las principales ciudades gracias a la influencia eclesiástica y a la acción del comercio, con sus monedas con caracteres griegos.

                Signo de los tiempos en el imperio romano de Oriente, a punto de convertirse en bizantino, el Emperador César Augusto cambió antes del 629 su título por el de basileus de los romanos. Poco a poco la separación con el Occidente cultural latino fue ahondándose.