LOS GRIEGOS EN CIRENAICA. Por Esteban Martínez Escrig.

11.07.2015 17:57

                En el 630 antes de Jesucristo un cretense condujo a un grupo de gentes jonias de la isla de Tera a otra isla, la de Platea en el Noroeste de la costa cirenaica. Muy posiblemente ya fuera utilizada como punto de contacto mercantil con las poblaciones libias de tierra firme.

                        

                Dos años más tarde, si seguimos a Heródoto, los helenos de Platea tentaron la suerte en un nuevo asentamiento, esta vez en el continente, el de Aziris. La nueva fundación no alcanzó el éxito.

                Los griegos podían haberse marchado, pero tuvieron varias ofertas de establecimiento por parte de los libios, interesados en fomentar sus relaciones comerciales. Al igual que sucedía en otros puntos del Mediterráneo, los aristócratas de turno buscaron los productos prestigiosos de los griegos para fortalecer su posición, si damos por válido el modelo de la isla de Cumas frente a la Campania estudiado por David Ridgway. Los poderosos garantizaban el tránsito de los mercaderes, que sabían difundir una ideología heroica procedente del mundo de los poemas homéricos.

                    

                Lo que sirvió para Etruria y muy posiblemente para Iberia, también serviría para Libia. Así surgió Cirene. A lo largo del siglo VI prosperó la fundación y atrajo a muchos griegos del Peloponeso y de las islas dóricas. Aquello sobrepasaba las primigenias expectativas de los libios.

                Los libios se giraron hacia Egipto y el faraón de la dinastía saíta Apries (589-70), empeñado en otras guerras en el Oriente Próximo contra el poder de Babilonia, les envió ayuda militar. No pocos de sus soldados eran mercenarios griegos y Cirene se alzó con el triunfo.

                A mediados del siglo VI antes de Jesucristo desde Cirene se fundó un nuevo establecimiento, Barca, al Este de Cartago. Los cireneos acuñaron moneda siguiendo los patrones de Corinto, Atenas y Samos.

                            

                Este expansivo mundo heleno en la actual Libia tuvo que afrontar la prueba de la dominación de los persas aqueménidas, que se hicieron con el señorío de Egipto en el 525 antes de Jesucristo. De todos modos los griegos mantuvieron su personalidad cultural hasta bien entrado el imperio romano oriental.