LOS HUNOS NEGROS Y BLANCOS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

15.11.2025 13:03

              

               En los comienzos del primer milenio antes de Jesucristo el pueblo nómada de los hsiung-nu fue empujado por una serie de circunstancias hacia los límites septentrionales del territorio chino. Llegaron a establecer un verdadero poder sobre diversas regiones, a veces considerado todo un imperio, que alcanzó hasta el 36 antes de Jesucristo. Se convirtieron en aliados de los emperadores chinos, comparándolos algunos autores con los federados germanos de los romanos.  

               Se mezclaron, al parecer, con otros pueblos nómadas de más al Oeste, dando origen a los hunos. Mientras las fuentes chinas destacaron su apariencia occidental en comparación con otros pueblos del Asia Oriental, las romanas lo hicieron con su fisonomía asiática. Adoraron a su dios de la guerra en la forma de la espada, al modo de otros nómadas asiáticos.

               Hacia el 350 de la era cristiana fuerzas de los hunos irrumpieron en la India y Persia. Unos veinte años más tarde, los alanos de la orilla septentrional del mar Negro fueron duramente atacados por los llamados hunos negros. Es muy probable que la unificación de los juan-juan a lo largo de la frontera Norte de China acelerara más de un movimiento de los hunos, en una verdadera concatenación. Tracia y Grecia invadidas por los hunos negros entre el 443 y el 447, coincidiendo con la proclamación de Atila como su único monarca.

               A continuación, Atila decidió invadir el imperio romano de Oriente a mayor escala. Más tarde dirigió sus fuerzas hacia la mitad occidental del mundo romano, pero en el 451 encajó una importante derrota en la batalla de los Campos Cataláunicos. A su muerte, los dominios europeos de los hunos negros se disolvieron, al ser divididos entre sus hijos. Sus subordinados germanos se rebelaron y los hunos supervivientes marcharon al Sur de la actual Rusia en busca de refugio.

                Más allá de los vaivenes militares y políticos, se ha destacado que los pastos de la planicie húngara no tenían la capacidad de otras tierras de Asia para alimentar las monturas de un gran poder nómada. Por ello, las campañas de Atila respondieron más a las formas de los germanos que de los nómadas esteparios. Los hunos desmontaban a veces para combatir, servían como arqueros en la infantería y en caso de derrota se replegaban a su campamento en lugar de dispersarse a gran velocidad.

               Otra rama de los hunos, la de los blancos o heftalitas, tampoco se quedó corta en empresas y conquistas. Si en el 480 fueron capaces de darle el golpe de gracia al imperio Gupta de la India, cuatro años después dieron muerte en batalla al emperador persa sasánida Peroz I. A pesar de los enfrentamientos, los hunos blancos no se mostraron precisamente insensibles a la cultura de sus enemigos indios y persas. Finalmente, en el 565, las fuerzas persas consiguieron vencerlos con la asistencia de otros nómadas llamados a la fama, los turcos.

               Para saber más.

               Peter Heather, The fall of the Roman Empire: a new history of Rome and the barbarians, Nueva York, 2005.