LOS REYES DE ARAGÓN Y LOS PAPAS DEL SIGLO XII. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

04.05.2023 15:43

               

                Los papas de Roma aspiraron durante la Plena Edad Media a ejercer un poder que fuera mucho más allá de lo espiritual. Como vicarios de Jesucristo en la tierra, intentaron por distintos medios ser obedecidos por emperadores y reyes, que a su vez también quisieron mandar sobre los asuntos eclesiásticos. Tal pretensión pontificia ha sido caracterizada de teocrática. En la península Ibérica, los monarcas de Aragón llegaron a rendir pleitesía a la Santa Sede con la intención de fortalecer su poder frente rivales internos y exteriores.

                El 4 de diciembre de 1158, el conde de Barcelona y príncipe de Aragón Ramón Berenguer IV recibió de Adriano IV la gracia de no ser excomulgado ni puesto en entredicho sin el mandato expreso de la Santa Sede. Además, podía ordenar en lugares entredichos la celebración de los oficios religiosos, con la presencia de su familia y ausencia de los excomulgados.

                La familiaridad entre algunos pontífices y ciertos monarcas aragoneses se hizo visible cuando el 26 de julio de 1163 el papa Alejandro III, en pugna con el anti-papa Víctor IV, pidió a Alfonso II que armara caballero a un sobrino suyo. En aquellos difíciles días para aquel pontífice, medió en julio de 1164 (a petición del mismo Alfonso II) entre el obispo de Barcelona y el arzobispo de Tarragona, nombrado administrador de la tesorería arzobispal, con una renta anual de cincuenta libras. Para dirimir el pleito, debían someterse al arbitraje de los obispos de Zaragoza, Gerona, Lérida y Tortosa.

                Una vez derrotado su rival el emperador Federico I, sustentador de Víctor IV, la autoridad de Alejandro III se fortaleció sobremanera. El 2 de septiembre de 1178, tomó bajo su protección a los templarios, confirmando los bienes que les fueron otorgados por Ramón Berenguer IV y Alfonso II, como sendos censos de mil sueldos sobre las rentas de Zaragoza y Huesca.

                Más tarde, el papa Celestino III acogió bajo la protección de la Santa Sede al rey Pedro II de Aragón, a su madre Sancha y a su reino el 7 de agosto de 1196. Antes del gran conflicto con los cátaros, el Papado y la monarquía aragonesa reforzaban su particular relación dentro de la Cristiandad.

                Fuentes.

                ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

                Cancillería, Bulas, Legajo 1 (número 19) y Legajo 2 (números 3, 6, 12 y 14).