LOS REYES NORMANDOS DE SICILIA, SULTANES BAUTIZADOS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

10.09.2023 11:25

               

                Los musulmanes iniciaron en el siglo IX la conquista de Sicilia, en dura disputa con los bizantinos, y en el 966 el califa fatimí Al-Muizz ordenó a sus servidores allí edificar en cada iqlim o distrito una ciudad fortificada con su mezquita. Se obligó a su población a concentrarse y a no vivir dispersa por los campos. Se han resaltado las semejanzas con el poblamiento andalusí de núcleos rodeados de alquerías. De esta manera se reforzó el poblamiento musulmán en la isla frente a los bizantinos, llegándose a contabilizar hasta cien núcleos fortificados en el siglo XI.

                Sin embargo, el poder islámico en Sicilia se fragmentó en el 1040 en tres emiratos rivales y una verdadera república aristocrática en Palermo. De esta situación supieron obtener buen provecho los normandos, que iniciaron la conquista en el 1061. En sus luchas por imponerse en el Sur de Italia, no dudaron en utilizar tropas islámicas, como en la conquista de Salerno en el 1076.

                Entre el 1064 y el 1088, según Ibn al-Athir, muchos musulmanes abandonaron la isla hacia Al-Ándalus, Egipto y el resto del Norte de África. En la cercana isla de Djerba toda su población padeció deportación. La marcha de los musulmanes se hizo especialmente patente en el área de Mesina, pero en Agrigento los cristianos no se instalaron hasta 1189.

                Desde el 1090, los musulmanes acogidos al poder normando pudieron continuar practicando su fe y disponiendo de bienes, a cambio del pago de unos tributos, igual que los mudéjares de la península Ibérica. Bajo Roger II, coronado rey en el 1130, se llegó a organizar la administración y el fisco de Sicilia al modo del Egipto fatimí. Se contó con la colaboración de importantes musulmanes, algunos convertidos al cristianismo.

                Paralelamente, las apetencias sobre el mundo islámico de los reyes normandos de Sicilia aumentaron. Tras una serie de hambrunas y epidemias, atacaron en el 1135 el Norte de África, donde llegaron a conquistar de Trípoli a Bona. En Al-Mahdiya se estableció un templo cristiano, pero el control de muchas tierras fue encomendado a nobles árabes. La colonización cristiana no prosperó aquí como en Sicilia, y entre el 1158 y el 1160 los almohades los expulsaron del África septentrional.

                Este retroceso coincidió con el arranque del reinado de Guillermo I, en pugna con los barones por el control efectivo del poder. Como se apoyó en las comunidades musulmanas de Sicilia contra aquéllos, estallaron pogromos en ciudades como Palermo en 1161, en los que tomaron parte gentes de origen lombardo. La victoria de Guillermo I fue seguida de nuevas concesiones a los musulmanes. Este ambiente de tolerancia fue captado por el viajero andalusí Ibn Yubayr en 1184, cuando alabó a las mujeres de Palermo por adoptar modos y usos musulmanes como los coloridos velos.

                En el vecino valle de Mazara, las comunidades islámicas tuvieron gran importancia. También los mercaderes musulmanes resultaron de gran ayuda en el tráfico de oro desde el África del Norte. Con tales metales preciosos se fortalecieron las relaciones con Venecia y Génova, lo que alentó el crecimiento de Mesina y Palermo.

                Con una Sicilia bien organizada y rica, reyes normandos como Guillermo II emprendieron una política exterior ambiciosa. Se alió con el Papa y las ciudades de Lombardía contra el emperador Federico I. Atacó en el 1174 Alejandría con una fuerza de 30.000 guerreros, pero Saladino los rechazó. Entró en guerra con los bizantinos, arrancándoles Dirraquio y Tesalónica en el 1185. La marcha a Constantinopla quedó frustrada, y en el 1189 se entregaron las conquistas a Bizancio.

                El matrimonio de Constanza, la hija póstuma de Roger II, con el hijo de Federico I, Enrique VI, introdujo una nueva dinastía en el gobierno siciliano, la de los Hohenstaufen. El hijo de ambos, el polémico Federico II, sería un formidable adversario del Papado, un prudente cruzado y un hombre de gustos orientales, islámicos. Aunque en la década de 1220 acabó con los sublevados musulmanes de Mazara, tuvo fama de ser un verdadero sultán coronado. En 1245, unos 20.000 islamitas habían sido trasladados desde Sicilia a Lucera, en plena Apulia, como vanguardia del poder de Federico II y los suyos. Tal comunidad emanada de la Sicilia musulmana duró hasta comienzos del siglo XIV.   

                Para saber más.

                Alex Metcalfe, The Muslims of Medieval Italy, Edimburgo, 2009.