LOS RITOS MALABARES, ANTROPOLOGIA PRÁCTICA. Por Gian Franco Bertoldi.

28.12.2015 13:13

                En la evangelización de Asia en los siglos XVI y XVII tuvieron una gran importancia los jesuitas. A la muerte de San Francisco Javier tomó las riendas de la empresa el padre Valignani en calidad de visitador o inspector.

                Este noble napolitano llegó a la portuguesa Goa en 1574 acompañado por cuarenta y un jesuitas. Con diplomacia logró que el obispo nestoriano de Angamale se sometiera a la autoridad del Papa y permitiera en su diócesis las actividades de los jesuitas, que fundaron en Vaypicota un colegio para la formación de los sacerdotes autóctonos. Se imprimió el catecismo en caracteres malabares y en 1597 los sacerdotes nestorianos aceptaron el catolicismo y reconocieron un obispo jesuita.

                Los jesuitas no solo trataron de ganarse a las castas inferiores de la India, sino también a sus gobernantes, como en otros puntos del mundo. Realizaron gestiones ante el emperador Akbar, que en 1600 permitió la predicación y a sus súbditos poder convertirse. En 1602 se erigió la primera iglesia en Agra.

                En la plaza de Goa los cristianos tuvieron una gran importancia, pero fuera de allí no. El jesuita romano Roberto de Nobili, siguiendo el ejemplo del padre Ricci en China, intentó servirse de la cultura hindú para evangelizar la India.

                No dudó en ataviarse como un brahmán y en tratar en su lengua a los brahmanes, mostrándoles que en los Vedas subyacía un mensaje cristiano. Aceptado como uno más de tal casta, Roberto de Nobili compuso obras en lengua tamul y se adaptó a los usos sociales locales. Fue un modelo para muchos jesuitas del Sur de la India.

                El éxito de Nobili inquietó al arzobispo de Goa, de tendencias mucho más ortodoxas, que le hizo comparecer ante su tribunal. El asunto llegó a la Santa Sede, donde Gregorio XV toleró en 1623 los ritos malabares.

                Los franciscanos opinaron que tales prácticas menoscababan la dignidad humana en sentido cristiano, al tolerar la discriminación de las castas, y el tema se volvió a plantear en 1645 y 1649. Se creyó que graves supersticiones estaban socavando el cristianismo y en 1745 Benedicto XIV decidió finalmente que no se permitieran semejantes ritos.

                En esta larga controversia se discutió acerca de la condición humana y de la universalidad de sus valores. Dejando a un lado las fuertes rivalidades entre las órdenes religiosas, hemos de reconocer que los franciscanos tuvieron el mérito de hacer valer la dignidad de la persona por encima de circunstancias culturales y los jesuitas la coincidencia de una serie de principios fundamentales en culturas muy distintas entre sí, mucho antes del inconsciente colectivo y de los avances de la moderna antropología.