LOS ROMANOS DE ORIENTE A LA CONQUISTA DE HISPANIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
El final de la Roma imperial no tuvo lugar en los tiempos del desafortunado Rómulo Augústulo, como todavía se sostiene en algunos manuales. La moderna investigación ha estudiado con finura como los intelectuales del Renacimiento conformaron la idea del término del imperio romano y del inicio de los tiempos oscuros de la Edad Media, cuando el declive del saber clásico se haría perceptible.
Los romanos de Occidente, más allá de la deposición de Rómulo Augústulo, conservaron sus saberes y sus señas de identidad, que también terminaron siendo compartidas por los conquistadores germanos, no tan bárbaros como se mantuvo hace ya tiempo. Ciudades de la parte Oeste del antiguo imperio, como Cartagena, mantuvieron con dificultades su autonomía frente a los nuevos poderes germanos.
Paralelamente, en el Este, el imperio había conseguido sobrevivir a la conquista germana. Desde la nueva Roma, Constantinopla, los emperadores orientales pugnaron no sólo para preservar su poder, sino también para ampliarlo. El célebre Justiniano personificó en gran medida tal tendencia, la de un verdadero restablecimiento o restauración imperial a muchos niveles. Tras asegurar la frontera con Persia, dio luz verde a las campañas de reconquista de Occidente, primero contra los vándalos y después contra los ostrogodos.
La conquista del África vándala fue coronada con éxito, ocupándose la valiosa ciudad de Ceuta en el 534. El dominio del estrecho de Gibraltar resultaba esencial para emprender una acción de envergadura en Hispania. Sin embargo, las energías de los de Justiniano se dirigieron a continuación contra la Italia ostrogoda.
Las disensiones entre los visigodos, que por entonces ya habían sido desplazados por los francos hacia tierras hispanas, se hicieron más que visibles bajo el reinado de Agila. Uno de sus más caracterizados opositores, Atanagildo, pidió ayuda a los romanos de Oriente. Todavía inmersos en la conquista de los dominios ostrogodos, los imperiales sólo enviaron una pequeña fuerza al mando de Liberio en el 552.
Desembarcó en el territorio de Málaga, desde donde enlazó con las tropas de Atanagildo en Sevilla, en pugna con las que Agila había lanzado desde Mérida. Las fuerzas del rey visigodo retrocedieron ante las coaligadas, anunciándose una lucha larga y fatigosa.
Ayuda a Atanagildo contra el rey Agila, a pesar de encontrarse inmerso en la conquista de los dominios de los ostrogodos. Se pudo enviar una pequeña fuerza al mando de Liberio, que en el 552 desembarcó en el territorio de Málaga.
El asesinato de Agila en el 555 abrió una nueva oportunidad de engrandecimiento a los romanos de Oriente. Sin embargo, el nuevo rey Atanagildo no quiso cumplir sus compromisos con aquéllos. Liberio fue relevado en el mando militar, y una flota imperial se dirigió hacia Cartagena, coincidiendo con el abatimiento ostrogodo. La conquista de la orgullosa e independiente Cartagena no resultó fácil a los de Oriente, por muy romanos que fueran, hasta tal extremo que la familia de Leandro e Isidoro (conocido como de Sevilla) tuvieron que abandonarla.
El siguiente objetivo de los imperiales fue Baza, que permitió la unión de sus tropas de Málaga con las que operaban entre Sevilla y Mérida. Los romanos de Oriente terminaron haciéndose con un territorio que comprendía Málaga, Medina Sidonia y Cartagena, fundamentalmente, alcanzando las faldas de Sierra Nevada. Se organizó como una auténtica provincia al mando de un magister con amplios poderes civiles y militares, al modo del Bajo Imperio. En la misma Cartagena, el magister Comenciolo ordenó la restauración de las torres de acceso a la ciudad. La Hispania visigodo, con todo, no se extendió hasta más allá del reinado de Sisebuto (612-621), cuando los visigodos dirigidos por generales como Suintila terminaron conquistando sus reductos.
Para saber más.
Margarita Vallejo, Hispania y Bizancio. Una relación desconocida, Madrid, 2012.