LOS VERDADEROS ILUSTRADOS. Por Javier Ramos Beltrán.

11.02.2015 16:18

 

    El siglo XVIII fue un siglo de muchos cambios y vaivenes en la Historia. El mundo cambiaba y eso conllevaba también el cambio en la manera de gobernar. Se pasaba de la Edad Moderna a la Edad Contemporánea, y aunque parezca un tópico de la Educación Primaria fue un proceso muy complejo.

    Mucha gente trata de ver a la Revolución Francesa como el detonante de la Edad Contemporánea, pero yo prefiero ir atrás. No tanto, tan solo una década. Y ello fue la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1775-1783), que fue una verdadera revolución ilustrada contra el imperialismo tiránico de los británicos.

    Empezó con las subidas de impuestos de Jorge III, bajo la Stamp Act en 1765, a las Trece Colonias, destacando el celebérrimo Motín del té el día 16 de diciembre de 1773. Aquellos colonos de Boston disfrazados de indios que tiraron las cajas de té al mar, fueron inspiradores para el vigoroso patriotismo que implicó esta revolución.

    Aunque la guerra acabara en 1783 y contara con las traiciones del despreciable Benedict Arnold y otras zancadillas que parecieron en un primer momento evitar su progreso, lo más destacable fue la Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776.

    La Declaración promulgada el 4 de julio de 1776 por George Washington, Thomas Jefferson, John Adams, Robert Livingston y Roger Sherman estableció los ideales de libertad en el continente americano y fueron trascendentales para el futuro. De hecho, los Estados Unidos, fueron los que aplicaron las primeras ideas de aquella época llamada de la Ilustración.

    Y perdónenme la comparación con la Revolución Francesa, pero he de decirles que se distancian en muchas cosas, y la principal es la politización que se le dio. A la revolución del país vecino se le dio mucho bombo propagandístico, pues los que tomaron la Bastilla y decapitaron a los reyes eran los buenos y los otros, los reaccionarios, eran los malvados, y muchas veces había divisiones entre los“buenos”. En los Estados Unidos se idealizaban mucho la Ilustración, la libertad y la igualdad, y sobre todo el patriotismo. Allí no había propaganda, no había ni buenos, ni malos, ni vencedores, ni vencidos, era la unión de trece territorios que se fueron expandiendo poco a poco.

    Además, la Francia revolucionaria entró en procesos de inestabilidad, entre República, Imperio y Monarquía… entre otras múltiples formas de gobierno, que no se pudieron solucionar hasta después de la II Guerra Mundial. De hecho, la Francia revolucionaria entre penas de muerte y la guerra del Rosellón, se equiparaba más a una república sudamericana de finales del siglo pasado, que a un país avanzado y consolidado, incluso podríamos considerar que Robespierre era un dictador (de hecho, cambió hasta los nombres de los meses). Mientras que los Estados Unidos se han mantenido estables en su sistema presidencialista, viéndose tan solo perturbados con la Guerra de Secesión (1861-1865).

    Para mí, y creo que para alguien que haya estudiado mínimamente esa época, fue más importante aquella Guerra de Independencia de los Estados Unidos que la Revolución Francesa. El patriotismo, la unión y la libertad contra la politización, las pamplinas y la demagogia.

    No hay que hacer símiles, porque las comparaciones son odiosas, como comúnmente se dice, pero aquí se pueden hacer, ya que son comparaciones útiles, no odiosas.