PACTO DE CABALLEROS CASTELLANO-HANSEÁTICO. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

13.03.2015 07:10

                

                Las rivalidades comerciales se han dirimido en muchas ocasiones a lo largo de la Historia por medios violentos, imponiéndose el más fuerte, no el más competente.

                En el siglo XV combatieron en aguas atlánticas los mercaderes del Norte de Castilla con los de la Hansa, la poderosa coalición de ciudades mercantiles de la Alemania septentrional. Estaba en juego el predominio en los Países Bajos y en el puerto de La Rochela, entonces bajo dominio del rey de Inglaterra. A su modo las organizaciones mercantiles referidas libraron un auténtico enfrentamiento internacional.

                En 1443 el conflicto resultaba en exceso costoso para ambas partes, buscando una salida honrosa. Se acordó una tregua de tres años bajo la invocación de la Santísima Trinidad, atribuyéndose pertinentemente la culpa de la guerra a los enredos de Satán.

                Los hombres de negocios de la Hansa podían negociar y establecerse en tierras de Castilla, lo que podría convertirse en el punto de arranque de importantes colonias mercantiles en suelo peninsular. Tenían también derecho a comprar géneros castellanos con los beneficios que produjeran sus excedentes. La libertad de comercio quedaba rezagada en relación a la de tránsito y establecimiento, abriéndose de todos modos un portillo para vender los hanseáticos sus mercancías en tierras castellanas.

                A cambio los castellanos del Cantábrico se anotaron un importante triunfo en el transporte marítimo. Los productos adquiridos en Castilla por los hanseáticos debían de ser acarreados por naves castellanas hasta los puntos de destino señalados. El embarque de los vinos de La Rochela por los alemanes también debería de verificarse en embarcaciones castellanas.

                Bajo estos acuerdos subyacía el embrión de la futura política mercantilista, atenta al fomento de la riqueza del reino a través de los medios de navegación y de la producción. También se apunta a una futura tendencia de la economía castellana, la de una producción artesana por detrás del comercio. En otras palabras, los mercaderes impusieron su criterio a los productores.

                El acuerdo se rubricaría con la cooperación entre castellanos y hanseáticos contra los piratas, auxiliándose igualmente en los naufragios.

                La vida de los comerciantes tuvo mucho en el siglo XV de aventurera y guerrera. De anodina, poco.