PERPIÑÁN, LA EMERGENCIA DE UNA CIUDAD MEDIEVAL. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

20.06.2022 08:23

               

                La historia urbana de la Edad Media cuenta con interesantísimos capítulos. En la Europa mediterránea, la herencia de la civilización romana distó de perderse, y los movimientos de repoblación o reordenación de la población alentaron la aparición de núcleos urbanos llamados a tener un claro protagonismo, como fue el caso de Perpiñán.

                En el 927 se menciona documentalmente por vez primera la villa Perpiniano, fruto de la obra de repoblación emprendida por las autoridades francas desde la segunda mitad del siglo VIII, fortaleciendo sus posiciones frente a los musulmanes. En su origen, se trataría de distintas explotaciones de raigambre romana que terminarían confluyendo en la flamante villa.

                Por sus condiciones geográficas, los condes de Ampurias establecieron allí una de sus salas de carácter palaciego, una distinción que le permitiría con el paso de los años convertirse en la sede del condado del Rosellón.

                De gran importancia para la cohesión comunitaria fue la consagración en el 1025 de la parroquia de San Juan, que contó con la asistencia de los prohombres locales. A comienzos del siglo XII, Perpiñán ya era una localidad floreciente. Se reforzaron sus defensas en el 1110, se fundó un hospital en el 1116 y en el 1139 se establecieron allí los influyentes templarios.

                El puente sobre el Tet comenzó a tenderse en el 1195, en consonancia con su creciente protagonismo comercial, visible en sus dos ferias, la del segundo domingo de Cuaresma y la de San Bartolomé.

                Ubicada en un área disputada, Pedro el Católico de Aragón le otorgó su carta municipal, por la que se gobernaría por cinco cónsules de elección anual por el vecindario. El baile representaría al poder real.

                Asimismo, podría defender de quienes la ofendieran por medio de su propia hueste. Tales derechos de defensa fueron reforzados en 1242 frente a los barones. En el 1344 se limitó su alcance ante las protestas de Villafranca de Conflent. Con todo, se reconoció la potestad de la capital del condado del Rosellón.

                Para saber más.

                Antoni Riera, “Perpiñán, 1025-1285. Crecimiento económico, diversificación social y expansión urbana”, En las costas del Mediterráneo Occidental. Las ciudades de la Península Ibérica y del reino de Mallorca y el comercio mediterráneo en la Edad Media, Barcelona, 1996, pp. 1-61.