¿POR QUÉ COMENZAMOS HOY EL AÑO? Por Antoni Llopis Clemente.

01.01.2015 09:34

 

                Aunque pueda parecer estúpido, cualquier fecha puede inaugurar el año. El académico comienza el 1 de septiembre, curiosamente dentro del abanico temporal del arranque del año de los antiguos egipcios, tan marcado por la esperada crecida del Nilo.

                Comenzamos nuestros cursos oficialmente el primero de septiembre, y damos comienzo a nuestro año civil el primero de enero siguiendo tradiciones y usos que se remontan a la antigua Roma. Ha sido muy frecuente datar en el 153 antes de Jesucristo el establecimiento del primero de enero como pórtico anual, cuando los romanos debieron avanzar la elección de cónsules mucho antes de los idus de marzo para enfrentarse al peligro de la celtíbera Segeda. La explicación ha gustado mucho a no pocos españoles, pero no parece muy convincente. Ni Segeda era tan amenazadoramente poderosa ni los romanos estaban desprovistos de mecanismos legales para designar a sus comandantes en el campo de batalla.

                Es probable que durante las conquistas de la República, especialmente tras la victoria sobre Aníbal, los romanos consideraran compatibilizar mejor su año civil iniciado con los idus de marzo con su año sagrado, dualidad de la que nos da noticia el protobizantino Juan Lido en su De mensibus.

                El comienzo del año sagrado tenía lugar tras la celebración de las saturnales, las alegres festividades en honor del nacimiento del sol, asociado a Saturno o Cronos, bajo cuyo reinado la Humanidad vivió un tiempo de felicidad, una verdadera Edad de Oro según las creencias romanas. Durante la II Guerra Púnica estas fiestas ganaron importancia a modo de compensación por las desgracias experimentadas.

                Según las tradiciones mitológicas helénicas acogidas por los pueblos itálicos, Saturno buscó refugio como un simple particular tras ser destronado por su hijo Júpiter (o Zeus) en Italia, donde gozó de la hospitalidad de Jano.

                El tal Jano era hijo del mismísimo Apolo y de la princesa ateniense Creusa, que creció en Delfos hasta ser secuestrado por Xifeo, el marido de aquélla que no podía concebir hijos y que prendió a Jano sin conocer su auténtica condición. Más tarde Jano partió a la conquista de Italia como si de un monarca helenístico se tratara, agraciando a Saturno con la colina del Capitolio. En ella los etruscos le erigieron lugares de culto.

                Jano fue asimilado al dios de la guerra sabino Quirino, que también se asociaría al mítico Rómulo en la Tríada Capitolina. En premio a su hospitalidad, según la mitología, Saturno concedió a Jano el don de contemplar no sólo el pasado, sino también el futuro, orientándose cada uno de sus dos característicos rostros hacia los respectivos solsticios. La investigación lo ha interpretado como un dios solar de primera categoría asociado al ciclo agrario de la cosecha.

                Según las tradiciones más o menos históricas sería el rey Numa Pompilio, sucesor de Rómulo, el que avanzaría en dos meses el comienzo del año sagrado de los romanos, que hasta el momento se iniciaba en marzo consagrado a Marte (seguido de abril dedicado a Afrodita o Venus). Numa erigiría al pie del Argileto un templo a Jano, cuyas puertas permanecerían abiertas en tiempos de guerra, invocándose el primer día del mes ianuarius la protección de una divinidad a la que se tenía por creadora de leyes, del dinero y de la labranza, muy en la línea de los héroes divinizados y civilizadores de la Antigüedad.

                Por razones que parecen distintas se iniciaba el año el primero de enero en la Península Ibérica durante la Edad Media, un uso que se mantuvo en Cataluña hasta 1180, en Castilla hasta 1383, en Portugal hasta 1422, y en Navarra hasta bien entrado el siglo XV. Se trataba de la llamada Era Hispánica, que se hacía partir de la pacificación oficial de Hispania por Octavio Augusto el 1 de enero del 38 antes de Jesucristo, aunque también se empleó al Sur de las Galias y sus primeros testimonios datan de la Baja Romanidad.

                Como puede verse la interpretación del tiempo se inserta en las categorías culturales de cada sociedad histórica, con independencia de que todos tenemos mucho que celebrar, deplorar y esperar de un nuevo año. ¡Qué 2015 les sea propicio, y el templo de Jano clausure sus puertas!