SOBRELLEVAR UNA ÉPOCA CRÍTICA: EL ROSSELL (1800-14). Por Víctor Manuel Galán Tendero.

20.07.2022 10:31

 

                La sociedad local.

                El Rossell, situado en la actual comarca castellonense del Bajo Maestrazgo, sorteó con tiento los difíciles años de la crisis del Antiguo Régimen y de la guerra contra el imperio napoleónico. Su Historia, lejos de ser poco relevante, resulta esclarecedora del quehacer cotidiano de las gentes de un tiempo tan complejo como difícil. Formaba parte de la dotación de la mesa maestral de la orden de Montesa, cuyo maestre disponía de su jurisdicción civil y criminal tras la renuncia de la villa de Cálig y La Jana.

                En 1794, sumaba unos 280 vecinos, que conformaban una comunidad rural muy activa, pues labradores como José Fenollosa y Juan Muñoz de Juan actuaron de fiadores del molinero Juan Muñoz de Domingo. Conocían bien las tierras comunes de la villa de La Sénia o del ligallo del Cabanil.

                Sus habitantes tenían una intensa relación con otras tierras de Valencia, Aragón y Cataluña, como la vecina villa de La Sénia, donde Vicenta Abadía, esposa de Vicente Mulleres, concedió testamento el 29 de mayo de 1808 a favor de sus cuatro hijos, tenidos con su primer marido Vicente Cavaller. No era infrecuente casarse más de una vez. El labrador Joaquín Muñoz lo hizo sucesivamente con Tomasa Miralles, de Ulldecona (con la que tuvo a su hijo Joaquín), y con Pascuala Querol de El Rossell, cuya hija María Francisca tenía cuatro años cuando hizo su testamento el 10 de enero de 1809.

                Las mujeres gozaban de la parte correspondiente de su herencia. El 18 de noviembre de 1808 Rosa Fenollosa, esposa de Sebastián Cavaller, hizo testamento a favor de su único hijo vivo. Su hermana Joaquina, viuda de José Ferrer, disponía en aquel año de dos cahizadas de tierra de regadío, con olivos y algarrobos, en la partida de la Bufilla de la baronía de Bétera, además de un rocín de pelo castaño valorado en cincuenta y dos libras y otras cien libras en bienes muebles. El tema de la dote no era baladí. Micaela Chaques la concertó en La Sénia el 8 de marzo de 1809 por un nada menospreciable valor de 1.981 libras y 6 sueldos, incluyéndose una capa equipada de cuarenta y dos libras, y un arca de pino con cerrojo y llave de cuarenta y una.

                Los lazos familiares servían de seguro ante los tiempos difíciles. El 7 de mayo de 1809, Antonia Sepúlveda (con 66 años y residente hasta ese momento en la valenciana Montcada) se acogió a casa de su prima hermana Magdalena Mateu, soltera igual que ella.

                Los artesanos también se mostraron activos, ya que sastres como José Antonio Puig actuaron en calidad de albaceas. La actividad artesanal no era ajena a la localidad. y su notaría se hizo eco de la de tierras vecinas. El 10 de junio de 1808 el papelero Martín Font adujo que el labrador de la turolense Beceite León Grau, residente entonces en Valderrobres, le había concedido en 1797 a título perpetuo dos fábricas o tiñas de papel blanco en la partida de Puente Nuevo de Beceite.

                El gobierno municipal.

                La conservación de elementos del antiguo reino de Valencia, como la metrología y tipos de monedas, no exoneró que se aplicara el modelo municipal castellano (justicia, ayuntamiento y junta de propios) al modo de la Nueva Planta borbónica.

                Los oficios municipales cambiaban el 16 de marzo. En 1805 el alcalde ordinario fue Joaquín Celma, en 1806 Matías Querol, en 1811 Joaquín Fenollosa, en 1812 José Chaquer y en 1814 José Antonio Pla. En 1806 los regidores resultaron ser Joaquín Fenollosa y José Tomás, en 1811 José Fenollosa y Manuel Pla, y en 1812 Bernardo Querol y Blas Fenollar. En 1806 el síndico procurador general fue Cristóbal Querol, en 1811 Joaquín Niñerola, en 1812 Juan Niñerola y en 1814 José Pla de San José. En 1805 la alcaldia de monte recayó en Vicente Mariner, en 1806 en Joaquín Zalo, en 1811 en Mariano Cardona y en 1812 en Joaquín Querol. En 1811 se escogió como diputados a Jaime Lluch y Bautista Cavaller, y en 1812 a Bautista Cavaller y Joaquín Mariner. En 1811 el síndico personero fue Joaquín Meseguer, y en 1812 Domingo Cavaller. La movilidad anual no impedía la reiteración de las familias más numerosas. Además, la comunidad se autogobernaba con la ayuda del doctor en leyes Nicolás Vilanova en calidad de asesor del alcalde, con funciones de juez ordinario.

                Tuvo gran importancia, como en otras localidades, la junta de propios, que arrendaba los bienes municipales. Los arrendadores tenían la obligación de presentar dos fiadores, lo que contribuía a fortalecer los lazos vecinales.

                Los vaivenes del gobierno eclesiástico.

                La guerra contra Napoleón no cortó los vínculos eclesiásticos con la España resistente. A 10 de agosto de 1811, su rector Onofre García, del hábito de Montesa, tuvo noticia del Supremo Consejo de Regencia de la consecución del curato de San Mateo, de la misma orden militar, por lo que el residente en Cádiz Ambrosio Artoiz defendió su causa ante el Consejo de Órdenes.

                Los lazos familiares.

                A juzgar por estos datos, así como la fiebre amarilla acrecentó el número de testamentos en 1803, la guerra fortaleció la concertación matrimonial:

Años

Capitulaciones matrimoniales

Testamentos

1800

4

6

1803

3

16

1805

6

3

1806

7

8

1807

2

5

1808

3

11

1809

9

16

1810

3

15

1811

9

5

1812

11

6

1813

18

11

1814

13

25

 

                Es bien visible que las promesas matrimoniales aumentaron al final de la guerra de la Independencia, fuera para evitar la movilización o para esquivar posibles problemas. Así pues, entre los días 23 y 26 de octubre de 1808 alcanzaron capitulación matrimonial Manuel Tomás y Francisca Sabater.

                Además, el 7 de febrero de 1811 el soldado del segundo batallón de cazadores de Valencia Joaquín Querol asignó en su testamento cuarenta libras para las exequias de su hermano Bautista, viva muestra de la espiritualidad antigua en aquellos tiempos.

                Las variopintas transacciones.

                En El Rossell se efectuaron distintos tipos de operaciones:

Años

Ventas

Pagos

Permutas

Arrendamientos

Donaciones

1800

9

0

1

2

3

1803

18

3

0

0

2

1805

4

1

0

0

0

1806

15

9

0

2

3

1807

31

6

0

2

3

1808

14

4

0

1

3

1809

16

3

0

0

1

1810

13

4

1

2

0

1811

27

6

0

2

2

1812

20

2

1

2

2

1813

32

2

0

2

9

1814

38

7

0

6

2

 

                El comienzo de la Guerra animó las ventas, cuando los menos afortunados se deshicieron de bienes y obligaciones. El 27 de mayo de 1808, el matrimonio compuesto por el sastre Clemente Balaguer y su esposa Climenta Cavaller, de San Mateo, vendieron al labrador Pedro Prades y los suyos sus bienes en El Rossell, un trozo de una casa en el llano de la Fuente por treinta y cuatro libras, y por otras catorce otro trozo de tierra en la partida de les Olles, bienes que Climenta había adquirido antes a sus hermanos. Por otra parte, el 1 de junio de 1808, el labrador Matías Pla vendió por sesenta libras al herrero Jacinto Gavaldà una tierra con viña, herencia de su nuera Josefa, que respondía entonces de la obligación de dos censos a favor del clero: uno de cincuenta y cinco libras de capital, y pensión de una libra y trece sueldos cada 2 de enero; otro de 1.656 libras de capital, y pensión de cinco libras y tres sueldos. Asimismo, el labrador Jacinto Cavaller se hizo el 7 de junio con una heredad de pan llevar por cuarenta y cinco libras de los consortes Pedro Prades y Ramona Cavaller, Andrés Ferreres y Jacinta Cavaller, Bautista Meseguer y Vicenta Cavaller, Clemente Balaguer y Climenta Cavaller (residentes en San Mateo), y José Verinat y Mauricia Cavaller (residentes a su vez en Traiguera), con claros vínculos familiares con aquél.

                De hecho, el conflicto bélico animó a vender, pero no a permutar. El arriendo no tuvo el mismo éxito, aunque también se animó por la misma época, y las donaciones se mantuvieron dentro de unos límites, excepto en 1813, por motivos de seguridad familiar compartidos con algunas concertaciones matrimoniales.

                La confianza en los demás.

                ¿Se confió mucho en el prójimo para realizar ciertos actos? Veamos los datos:

Años

Poderes

Obligaciones

Convenios

Aseguramientos

1800

2

0

2

0

1803

1

0

7

0

1805

0

0

1

0

1806

2

1

2

0

1807

0

2

9

3

1808

5

3

1

1

1809

4

0

1

0

1810

1

1

3

0

1811

4

3

5

0

1812

1

1

2

1

1813

3

2

2

2

1814

3

4

8

3

 

                La verdad es que se fiaron poco entre sí. Quizá no pudieran hacerlo por las circunstancias. Al menos, el 3 de mayo de 1809, en Valencia, el labrador Ignacio Yransu se comprometió a entregar 640 reales de vellón a su hermano Jaime, que sentó plaza como soldado en el quinto regimiento de la maestranza del reino, en gratificación del servicio militar.

                Los monopolios, una forma de ganar dinero.

                Tomar en arriendo una serie de monopolios señoriales y de recaudación de ciertos impuestos fue un negocio muy propio del Antiguo Régimen, que se practicó en El Rossell a despecho de las ideas liberales que se iban extendiendo. El dominio napoleónico, más o menos estable, contribuiría a ello.

                De hecho, los molinos harineros rendirían tales cantidades en grano, nada menospreciables en un tiempo de escasez y dificultades:

Años

Molino en casas de El Rossell

Molino en el río Cérvol

1811

34 cahices y 6 barchillas

3 cahices, 4 barchillas y 4 medidas

1812

40 cahices y 2 barchillas

7 cahices y 6 barchillas

1813

39 cahices y 3 barchillas

4 cahices, 7 barchillas y 4 medidas

1814

55 cahices y 5 medidas

4 cahices

 

                El primero fue arrendado el 20 de enero de 1811 por Jacinto Cavaller. En los ejercicios de 1812 y 1813 se hizo cargo Juan Muñoz de Domingo. El 1 de enero de 1814 volvió a arrendarlo Jacinto Cavaller. El propio Juan Muñoz de Domingo arrendó el segundo en 1811 y desde el 27 de marzo de 1814. Mariano Cabanes se encargó de los ejercicios restantes.

                También la almazara brindó crecientes beneficios:

1811

1812

1813

1814

10 arrobas y media

6 arrobas

27 arrobas

50 arrobas

 

                Del arrendamiento de los dos primeros años se encargó Vicente Yransu, Vicente Bayla de 1813 y 1814 Pedro Bayla. Es probable que vinieran a moler de localidades cercanas.

                El derecho del aguardiente, con sumas variables, no resultaba baladí:

1810

1811

1812

1813

1814

40 libras

28 libras

49 libras

40 libras

36 libras

               

                Pedro Gavaldá lo arrendó con no escasos problemas en 1810, 1812 y 1813. Vicente Lluch lo hizo en 1811, y en 1814 Joaquín Mariner. Las sumas de tales arrendamientos nos hablan de las constantes de una localidad que pugnaba por no perder la vida, por salir adelante.

                Fuentes.

                ARXIU HISTÒRIC DE TARRAGONA.

                Notarías de BENICARLÓ Y EL ROSSELL, 3189, C. 1.