SOVIÉTICOS Y JAPONESES CHOCAN EN MONGOLIA. Por Mijail Vernadsky.

27.02.2015 07:49

                

                El imperio japonés tenía grandes apetitos en el continente asiático, donde la caótica república china tentaba sus ambiciones. En 1931 se lanzó a la conquista de Manchuria con éxito, pero se encontró ante una Unión Soviética poco complaciente y que nada tenía que ver por aquel entonces con el decrépito Estado de los zares.

                Los soviéticos suscribieron con Mongolia un tratado en 1936 anti-nipón y sus actividades en Vladivostok hicieron temer a los japoneses por su seguridad militar y sus comunicaciones navales.

                Las diferencias fronterizas entre Mongolia y la Manchuria japonesa echaron leña al fuego. Los soviéticos establecieron en 1938 tropas en suelo mongol y el 29 de julio fueron atacadas por los japoneses ante su negativa de retirarse. Se replegaron los soviéticos a partir de una segunda ofensiva japonesa el 31 de julio en la que se combinaron la infantería, la artillería y los blindados.

                El comandante general soviético en Siberia Oriental Blücher logró restablecer la situación, aplicándose un precario armisticio el 11 de agosto, que no evitó la caída en desgracia ante Stalin del comandante general.

                Aprovechando unos incidentes fronterizos, en julio de 1939 los japoneses volvieron a la carga con una división de infantería y fuerzas manchúes contra tres divisiones de infantería, cuatro brigadas de blindados y una de caballería de la URSS, que contaba con la ayuda mongola.

                Stalin envió al frente asiático al general Zhukov, que atacó con decisión a los japoneses. Ambos enemigos se aprestaron para una batalla de proporciones enormes.

                Los aviones nipones atacaron por sorpresa la base aérea de los soviéticos en Tamsak-Bulak, destruyendo ciento cincuenta aparatos en las pistas de despegue. Los japoneses creyeron que el aire era suyo y no hicieron gran uso de su superioridad temporal. Mientras los soviéticos desplazaron tres regimientos de cazas de combate.

                Los japoneses emprendieron un ataque en tenaza cruzando el río Khalkhin-Gol. Zhukov se abalanzó contra sus flancos hasta hacerlos retroceder. De nada sirvieron los contraataques posteriores.

                Japón quería un nuevo armisticio, según informó el espía alemán al servicio de la Unión Soviética Richard Sorge. Sin embargo, Zhukov atacó a conciencia empleando sus medios aéreos y blindados antes de aguardar una nueva embestida. En Nomonhan cercó y trituró a las fuerzas niponas.

                Stalin ordenó detener su marcha, pues ya había puesto sus ojos en Polonia tras su acuerdo con Hitler. Japón aprendió una dura lección y en lo sucesivo intentaría evitar a los correosos soviéticos, incluso cuando Hitler declarara la guerra a Estados Unidos pensando en una ofensiva nipona contra la Unión Soviética. Las campañas en Mongolia clarificaron la II Guerra Mundial.