TENNESSEE Y EL IMPERIO ESPAÑOL A FINES DEL XVIII. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

08.07.2022 15:55

               

                Los jóvenes Estados Unidos parecían frágiles a muchos observadores en sus comienzos, con serios problemas de organización y de cohesión. Daba la impresión que la unión pronto iba a fragmentarse.

                Las tensiones entre los grupos rectores de Carolina del Norte y los colonos de su teórica área de extensión hacia el Oeste, Tennessee, eran una realidad en la década de 1780. Las gentes de Cumberland se mostraron contrariadas y sondearon el apoyo español.

                España había secundado la causa independentista anglo-americana con ciertos recelos, pues no deseaba ceder el control del valle del Misisipi ni ver el progreso de los colonizadores de los nacientes Estados Unidos hacia el Oeste y el golfo de México.

                Gran Bretaña había accedido a cederles sus derechos entre los Apalaches y el Misisipi. A través del mestizo Alexander MacGillivray, las autoridades españoles pactaron con los pueblos amerindios del territorio, como los creeks. En 1793 llegaron a formalizar en Nogales un tratado de alianza con distintas naciones amerindias, que formarían una verdadera liga bajo la protección española, que enviaría anualmente a sus jefes presentes y comisionados. 

                Los colonos de Cumberland se encontraron acosados por los amerindios y por el cierre de la navegación por el Misisipi. En vista de ello, James Robertson contactó con el gobernador de Nueva Orleans Esteban Miró, que también fue requerido por James White como agente de los amerindios.

                Se acordó que los colonos anglo-americanos acatarían al rey de España a cambio de ventajas de comercio y comunicación. También se les prometieron tierras y el respeto a su religión protestante. El futuro presidente de Estados Unidos Andrew Jackson llegó a ser favorable a tal acuerdo.

                Sin embargo, al aceptar Carolina del Norte la Constitución de los Estados Unidos, el Congreso se mostró complaciente con los intereses de las gentes de Tennessee. Los españoles tampoco se aprovecharon de la amenaza de ruptura en el Oeste entre Estados Unidos y Gran Bretaña, que conservó un tiempo el fuerte Miami.

                Al final, España entregó en 1795 a los Estados Unidos el territorio de Luisiana al Este del Misisipi sobre el paralelo 31, restringió las actividades de los amerindios de sus dominios, aceptó la navegación por el Misisipi y el depósito de mercancías en Nueva Orleans. Su imperio era el que amenazaba resquebrajarse en la América del Norte.

                Fuentes.

                ARCHIVO GENERAL DE INDIAS.

                MP-Documentos Reales, 7.