UN DIPLOMÁTICO SEÑOR DE ALBARRACÍN. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

16.06.2020 15:26

                En el siglo XIII, la figura del Cid Campeador fue popular entre los guerreros de la Hispania cristiana, pues representaba el triunfo del caballero luchador a despecho de la inquina real. Procedentes de una Navarra que se había quedado sin frontera directa con Al-Ándalus, los Azagra supieron tallarse un señorío en Albarracín. Al igual que don Rodrigo Díaz de Vivar, fueron tipos astutos que supieron mantenerse entre Aragón y Castilla, haciendo valer sus intereses.

                Don Pedro Fernández de Azagra tomó parte en la movida política aragonesa de tiempos de Jaime I, primero oponiéndosele y después colaborando en la conquista de las tierras valencianas. Recibió del Conquistador Altura y Chelva, pero al morir en 1246 dejó a su hijo Álvaro Pérez de Azagra una gran cantidad de deudas. El nuevo señor las saldó empeñando al maestre de Santiago sus dominios, aunque conservando su gobierno.

                Otra baza de don Álvaro fue su matrimonio con la infanta Inés de Navarra, hija de Teobaldo I. El enlace le aportó prestigio e influencia, especialmente a la muerte de Teobaldo I el 8 de junio de 1253. Entonces quiso Alfonso X de Castilla hacerse con el dominio de Navarra. La esposa del fallecido rey, Margarita de Borbón, se acercó a Jaime I de Aragón, molesto con la posibilidad que su yerno Alfonso X repudiara a su hija doña Violante. Don Álvaro negoció con destreza y el 9 de abril de 1254 aragoneses y navarros alcanzarían el tratado defensivo de Monteagudo, en el que Teobaldo II se comprometía a no casarse con ninguna hija o familiar del rey de Castilla.

                En pago a sus servicios, Jaime I le prometió respetar el 4 de junio de 1254 la posesión de cincuenta caballerías sobre las rentas de Calatayud, Jarque, Castielfabib, Ademuz o Alpuente. Además de recompensar sus servicios en un área de su interés, el rey aragonés pretendía fortalecer sus fuerzas ante un posible choque con Alfonso X.

                Jaime I hizo sus preparativos. Eximió aquel mismo mes a los musulmanes de Buñol de sus delitos. El día 30 recuperó los castillos de Morella, Almenara, Segorbe, Castellón de la Plana y Murviedro de su tío el infante don Pedro de Portugal, que a cambio logró el gobierno de Mallorca. Necesitado de fondos, pidió permiso el 30 de agosto a las cortes aragonesas para acuñar 15.000 marcos de plata en moneda jaquesa y 3.000 más en óbolos de la misma moneda el 9 de octubre.

                Con semejantes aportaciones pudo asoldar compañías como las de don Rodrigo Ramírez en 1255. Acudieron a Jaime I descontentos con el proceder de Alfonso X, como el infante don Enrique y el señor de Vizcaya Diego López de Haro. No se olvidó de exonerar en tierras valencianas de leuda y peaje a los de Albarracín el 15 de mayo de 1255. El 7 de febrero de 1256 don Álvaro vio confirmados sus derechos sobre Calatayud, Daroca, Teruel, Jarque y Ademuz, no figurando ya ni Castielfabib ni Alpuente. Los castillos de Biar y Almenara garantizarían la validez del convenio.

                Al final no llegó la sangre al río y no se inició una nueva guerra. El señor de Albarracín volvería a ejercer de negociador, esta vez con Alfonso X. El 10 de agosto, desde Soria, se alcanzó un arbitrio entre aragoneses y castellanos para resarcirse los daños mutuos en la frontera de Alfaro a Requena. Había logrado, además, don Álvaro casar a su hija menor Elsa con don Jaime de Jérica, el hijo de Jaime I con doña Teresa Gil de Vidaure, a la que había cedido Jérica en 1255.

                Con todo, el señor de Albarracín se distanció de Jaime I, girando hacia Castilla. Casó a su heredera Teresa con un destacado noble castellano, don Juan Núñez de Lara. Murió el astuto señor a mediados de 1260, no logrando incorporar Albarracín la Corona de Aragón hasta 1300 con no pocas dificultades.

                Fuentes y bibliografía.

                ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

                Pergaminos 1369 y 1440.

                Martín Almagro, Historia de Albarracín y su sierra, Teruel, 1959-64.

                Agredecemos a Charles de Azagra las siguientes aportaciones bibliográficas:

                José Luis Castán Esteban, "Historia del señorío de Albarracín", Rehalda, 2005.

                Carlos Fuertes Doñate, "La Guerra como la articulación de la sociedad. La frontera de Albarracín en los siglos XII y XIII".

                - , "L´empresa de València: Albarrasí com a part activa en la conquesta", Clapir.

                Julián M. Ortega, Anatonomía del esplendor. Fondos de la sala de Historia Medieval del Mueseo de Albarracín.