UNA GUERRA EUROPEA DEL SIGLO XIII. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

01.09.2022 13:02

               

                En la primera mitad del siglo XII, se habían establecido una serie de Estados cruzados en el Levante mediterráneo, como el reino de Jerusalén, la Sicilia normanda actuaba con brío y el Imperio bizantino recuperaba fuerzas frente a sus rivales.

                En el 1143 subió al trono de Bizancio el cuarto hijo del emperador Juan II, Manuel I, cuyo reinado alcanzó hasta el 1180. Destacado general, gozó fama de caballero en la Europa de su tiempo, pero no por ello dejó de ser un astuto diplomático y amante de las cuestiones teológicas al modo bizantino. Su brillante palacio de Blanquerna fue muy celebrado entre sus coetáneos.

                Gran rival del normando Roger II de Sicilia, se casó con Bertha de Sulzbach, la cuñada del emperador Conrado III. Sin embargo, al tomar parte éste junto al rey de Francia Luis VII en la Segunda Cruzada, la alianza se frustró temporalmente, ya que Luis VII era aliado de Roger II. Además, Manuel I quiso que los cruzados le rindieran vasallaje y le cedieran los territorios conquistados.

                En el curso de la campaña, los alemanes fueron derrotados en Asia Menor, uniéndoseles los franceses posteriormente. Los cruzados terminaron agotados y divididos, volviéndose a Europa vencidos. Mientras, en el 1147 Roger II conquistó Corfú y saqueó Corinto y Tebas, cuyos tejedores de seda fueron conducidos a Palermo.

                Al retornar Conrado III por Constantinopla, restableció la alianza con Manuel I contra Roger II, a la que se sumó Venecia. En 1147 se recuperó Corfú, pero Roger II se coaligó con el duque Enrique el León, Hungría y Serbia, gozando de las simpatías de Luis VII, que instigó al Papa a que separara a Conrado III de Bizancio, tachado de herético. Por otra parte, bizantinos y húngaros rivalizaron por la amistad de los príncipes rusos.

                Las fuerzas franco-normandas no tuvieron éxito contra los bizantinos, y al imponerse Conrado III a sus rivales en tierras alemanas quiso lanzar una campaña en Italia contra Roger II. La muerte de aquél en el 1152  desbarató los planes, pues el nuevo emperador Federico I temía en general las pretensiones universalistas y sobre Italia en particular de Manuel I.

                Bizancio hizo las paces con Hungría y disfrutó de un aliado en el trono de Kiev cuando murió Roger II en el 1154. Más tarde, reemprendería sus campañas en Italia con suerte variable. En el tablero internacional de la época se habían medido importantes poderes, divididos en dos coaliciones, por la hegemonía de Europa y del Mediterráneo. Todo un aviso de futuro.

                Para saber más.

                Georg Ostrogorsky, Historia del Estado Bizantino, Madrid, 1984.