UNOS GRIEGOS EMPRENDEDORES EN LA MENORCA BRITÁNICA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

22.06.2021 09:04

               

                Menorca fue una isla ambicionada por las grandes potencias de la Europa del siglo XVIII. Tras la guerra de Sucesión española, los británicos impusieron su dominio, pero los españoles no se resignaron a su pérdida. Aprovechando los aprietos de aquéllos durante la guerra de independencia norteamericana, consiguieron reconquistarla.

                En Menorca no todos eran partidarios de aceptar la nueva situación política, y el 22 de agosto de 1781 las autoridades españoles ordenaron que todos los griegos y los hebreos que habitaran Mahón entregaran todas sus armas en el plazo de cuatro horas desde darse a conocer la noticia, bajo pena de muerte.

                Los griegos, considerados cismáticos por la nueva autoridad católica, habían arraigado en la isla bajo los británicos, interesados en el comercio con el Levante mediterráneo. Procedentes de tierras dominadas por el imperio turco, habían logrado ya las simpatías de Rusia, que se presentaba como la campeona de los intereses de la gran familia de los pueblos ortodoxos y que había llegado a establecer con Austria planes de reparto de los dominios otomanos. De hecho, el círculo de Catalina la Grande había fijado su atención, más allá de otros territorios, en la prestigiosa Constantinopla, la gran salida al Mediterráneo. Por ello, los británicos jugaron con ofrecer a los rusos la misma Menorca a cambio de su apoyo en el gran conflicto de Norteamérica.

                A mediados del siglo XVIII, la comunidad griega en Menorca ofrecía cierto relieve, con grandes intereses en la explotación de las salinas, la navegación, el comercio y el corso. Nicolás Alexiano de Malvesia logró una importante fortuna, y en 1754 donó sus bienes a su sobrino Teodoro, que en 1775 ejercería de cónsul de Rusia en Mahón. Su hermano Nicolás tomó parte en la defensa del castillo de San Felipe contra los españoles. Casado con Anna Chiesa, retornó después a Liorna, donde falleció en 1784, dejando tres hijos y tres hijas.

                Su hermano Alejandro (capitán al que se consideró al servicio de la mismísima zarina Catalina) era cuñado de otro griego destacado, Nicolás de Jorge, que había pasado de Liorna a Mahón en 1775. Según constaba en su contabilidad en griego, había financiado el corso mahonés en 1779-80. Fue hecho prisionero y trasladado a Barcelona, impetrando su liberación el 23 de agosto de 1781 en una carta en italiano, lo que nos da idea del variado ambiente cultural de la Menorca coetánea. De hecho, en la purga llevada a cabo contra los partidarios del dominio británico encontramos no solamente a griegos, sino también a venecianos y menorquines, en buenas relaciones con los ambientes mercantiles londinenses.

                Como sus súplicas no fueron atendidas, terció en el asunto en abril de 1782 su esposa Calina Alexiano, que además pidió que se le resarciera de los daños ocasionados por las tropas borbónicas, particularmente las de origen francés, particularmente los infringidos a su huerto cercano al puerto de Mahón y a su fortuna salinera.

                Como los Alexiano tenían vínculos familiares en el imperio ruso, también intercedieron sus diplomáticos, en una cuestión que se alargó hasta 1787. El 31 de julio de 1782, el ministro plenipotenciario Zinowieff pidió al conde de Floridablanca por carta, escrita en francés, la liberación de los prisioneros y el resarcimiento de daños. No en vano, la misma Catalina II se había interesado por su suerte, dados los servicios de guerra contra los turcos que le había prestado la familia. Nicolás fue finalmente liberado, con el permiso de quedarse en Mahón, pero al poco murió. Su viuda, al igual que Anna Chiesa, tuvo que vérselas en 1786 con el quebrantado ambiente de sus negocios, los de unas personas que habían atraído el interés de los grandes que se disputaban el Mediterráneo.

               Fuentes.

                ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL.

                Estado, 4205, Expediente 1.