VÍNCULOS COMERCIALES ENTRE LOS PUEBLOS HISPANOS DEL SIGLO XIV AL XVII. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

04.03.2023 15:46

 

                La división en reinos, en Coronas rivales, no impidió las relaciones humanas y económicas entre los pueblos de la península Ibérica durante la Baja Edad Media. La comercial ciudad de Barcelona negoció con Castilla a través de la navegación de cabotaje con los puertos de la Baja Andalucía desde el siglo XIV. También la bulliciosa ciudad de Valencia destacó verdaderas caravanas a las ferias de Valladolid por las mismas fechas.

                Desde tierras de la Corona de Castilla se enviaban granos y ganados a las de Aragón, que correspondían con diversos frutos y objetos artesanales no menos variados. Se ha sostenido que se trataba de economías complementarias. En 1380, las partidas del estratégico almojarifazgo del marquesado de Villena, en la Castilla que miraba a Aragón, no solo evidencian el afán recaudatorio, sino también el interés mercantil del ganado, la sal y la propia moneda.

                Preocupada de la pérdida de buenas monturas de guerra y de cantidades de dinero sustanciosas, la monarquía castellana levantó una barrera fiscal que perduró más allá de 1480, la de los puertos secos, en un período en el que las alcabalas eran esenciales para la hacienda real y la alta nobleza que sacaba buen provecho de la misma. Las sisas sobre los productos de primera necesidad también fueron de gran importancia para los municipios y los reyes aragoneses.

                Toda ruptura entre Coronas venía acompañada de confiscaciones y de posteriores compensaciones cuando las aguas se serenaban, cuya cuantía se atendía por el derecho de quema en territorio valenciano.

                Las restricciones se fueron llevando cada vez peor, especialmente cuando se formaban compañías entre personas de ambos lados de la raya. Contra la imposición del trayecto de una ruta por los condes de Buñol a finales del XVII, alzaron su voz los asociados de la compañía que transportaba madera desde la serranía de Cuenca a la ciudad de Valencia. La formaban el especiero valenciano Roc Berenguer, el tintorero Leonardo Cita de Valencia, el doctor Luis Nicolau, el guantero Jaime Pérez, el corredor Raimundo Navaixes, el labrador de Chiva José Pérez (junto a otros campesinos de su localidad), Antonio Polán de la conquense Talayuelas, Francisco Berlanga de Camporrobles (entonces aldea de Requena), y los carreteros Juan Pérez y Vicente Esteve de Catadau. Representó su causa ante la justicia del virrey de Valencia el notario Tomás Mateu, en una época de intensificación del comercio entre las gentes del solar hispano.

                Fuentes.

                ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

                Consejo Supremo de Aragón, Legajo 0829 (nº. 003).