VIOLENCIA Y RACISMO, KKK. Por Antonio Parra García.

11.05.2015 06:43

                El racismo y la violencia van de la mano desde hace demasiado tiempo. Se alimentan mutuamente y desgarran sin piedad a las sociedades que los padecen.

                Las instituciones liberales de los Estados Unidos a veces se pusieron de su lado y otras se opusieron. Cuando el Sur quiso separarse de la Unión en nombre de los principios que la habían fundado, el antiesclavismo resultó útil a algunos.

                                                    

                La derrota de la Confederación no fue seguida de una dura represión, pues Lincoln quería la reconciliación. De todos modos la emancipación legal de muchos afroamericanos y el delicado estado de muchos condados sureños alentaron la aparición de distintos grupos contrarios a los nordistas, identificados con los canallescos especuladores que se servían de los negros para exprimir al Sur.

                Las sociedades secretas sirvieron en el siglo XIX para oponerse a todos los tipos de régimen en América del Norte y Europa. Durante la guerra de Secesión surgió en el Medio Oeste la de los Caballeros Dorados, que se proponía impedir la abolición de la esclavitud y llegar a un acuerdo con los confederados.

                        

                El 24 de diciembre de 1865 se fundó en Tenessee el primer círculo de lo que sería el Ku Klux Klan. Al igual que otros grupos similares su racismo y oposición a la difusión de los derechos civiles y políticos eran ostensibles.

                En estos grupos entraron desde adinerados terratenientes deseosos de mantener en el redil a los menos favorecidos hasta toda clase de marginados dispuestos a abrirse camino como fuera. La violencia se desató con furia en muchos lugares, donde impusieron un clima de terror que poco tenía que ver con el liberal de la República.

                La cooperación entre ellos no fue precisamente fácil y hasta 1867 no se alcanzó en Nashville de la mano de los generales Gordon y Forrest una organización jerárquica a nivel general, la del Klan.

                                     

                El senador Shermann, hermano del famoso general, los consideró armados y juramentados por la causa de la Confederación. Sus objetivos fueron todos aquellos que hubieran prestado lealtad a la Unión y los afroamericanos con deseos de liberación auténtica. Emplearon la violencia, ocultándose detrás de máscaras durante la noche.

                Muchos acusaron a los demócratas de promoverlos bajo cuerda para ganar en la paz lo que no habían conseguido en la guerra. La campaña del Klan contra el derecho al voto afroamericano resultó feroz.

                De todos modos el llamado imperio invisible presentaba muchas brechas. La jerarquía no siempre era respetada por los grupos locales, atentos a sus propios intereses. Entre 1870 y 1871 el gobierno federal endureció su postura contra ellos, mostrándose más severo. Dentro del Sur también hubo grupos que combatieron con las armas al Klan, ocasionando más de un drama.

                El Klan entró circunstancialmente en declive, pero su violento racismo no desapareció de los no siempre ejemplares Estados Unidos.